El Trabajo en la Isla
A principio del año 2003, y a raíz de dos casos de gatillo fácil, la Asociación Miguel Bru llega a Isla Maciel, con el objetivo inicial de asesorar a familiares de las víctimas de gatillo fácil. Desde esa primera etapa se fueron acercando varios vecinos que tenían algún problema con la policía, y necesitaban ser aconsejados. Así, los días sábados en que la Asociación se hacía presente, se comenzaron a sumar más madres, que empezaron a plantear otras problemáticas. Esto significó profundizar y redefinir estrategias destinadas a trabajar con los niñas/os y adolescentes, y se fue vislumbrando un proyecto más grande y menos pasajero.
El objetivo general del proyecto de Trabajo Comunitario que impulsó la Asociación Civil Miguel Bru consistió en brindar las herramientas para que los/as habitantes de Isla Maciel pudieran mejorar sus condiciones de vida, a través del fortalecimiento de sus valores en tanto sujetos políticos y del impulso de acciones enmarcadas en el concepto de empoderamiento.
En este sentido se trabajó con la premisa de generar una organización entre los/as habitantes de Isla Maciel que permita generar acciones colectivas tendientes al mejoramiento de su calidad de vida.
En un principio se trabajaba en un Club, el “3 de febrero”, en condiciones mas que precarias, hasta que en el 2005, un vecino del lugar se interesó por el trabajo del la Asociación y cedió en comodato un Galpón- que alguna vez fue una fabrica de zapatos- lugar donde se trabajó hasta mediados de 2007.
En el marco del trabajo se asesoró y acompañó a los vecinos que realizaron diversas denuncias de abuso policial, se organizaron marchas a la Comisaría y distintas jornadas de difusión de los derechos humanos en las que participaron familiares de víctimas de gatillo fácil de otros lugares, y se tejieron vínculos con distintos actores sociales del barrio como la escuela, la sala de salud, la iglesia y otras organizaciones. En el Galpón, durante los fines de semana, funcionó un comedor sostenido por vecinas del barrio.
Un grupo con el que se trabajó en la primera etapa estuvo integrado por alrededor de 50 jóvenes y adolescentes. Junto a ellos se diseñaron distintos talleres tras un trabajo de reflexión acerca de sus intereses y necesidades. En concordancia con los objetivos del proyecto, los talleres se implementaron como un espacio de contención y producción que permita un cambio en su relación con sus propios derechos humanos, económicos y sociales.
En este sentido, en los talleres se trabajó junto y con los jóvenes en su empoderamiento en los derechos humanos básicos, a partir de la discusión y la participación en la generación de vías de acción para solucionar las problemáticas que ellos identificaron en forma colectiva como prioritarias en su comunidad.