“Esta lucha recién empieza “
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El 23 de diciembre pasado el Tribunal Penal I integrado por los jueces Saraví Paz, Labombarda y De la Serna absolvió a los ex oficiales Martínez y Gauna por el asesinato de Mauro “El Beto” Martínez, a pesar de que la Fiscalía pidió en su alegato 20 años de condena y la querella la prisión perpetua. La sentencia podría ser copia fiel de las declaraciones de ambos imputados.En el año 2002 el mismo Tribunal absolvió a un policía acusado de matar por la espalda a un joven de 17 años. También en esta causa la Fiscalía había pedido 15 años de condena argumentando que el acusado había disparado -al cuerpo y por la espalda- 9 balas y que una impactó en la cabeza de la víctima y lo mató. En ambos casos los vecinos que vieron lo ocurrido declararon en favor de la víctima, sin embargo el Tribunal desestimó sus dichos sin más, y al igual que en el Juicio que se llevó a cabo por la muerte de Beto, se les abrió una causa por falso testimonio.
La etapa de instrucción.
Podría decirse que ya en la etapa de instrucción, la causa por la muerte del Beto Martínez se encontraba encaminada para que los ex policías resultaran absueltos de culpa y cargo por considerarse que actuaron el “legítima defensa”. Así fue como con ese mismo argumento en marzo de 2004 el Fiscal a cargo de la investigación pidió el sobreseimiento de Luján Martínez, pedido que fue denegado por el Juez de Garantías y el Fiscal General, haciendo ambos hincapié en las diversas irregularidades cometidas en la investigación.
En un principio la causa recayó sobre la Fiscalía a cargo del Dr. Heredia, quien posteriormente (y con motivo de la denegatoria del sobreseimiento de la legítima defensa) fue apartado de la causa que quedó luego a cargo del Dr. Morán. Cuando este último retomó la investigación había pruebas que ya habían “desparecido” de manera poco mas que misteriosa: la ropa tanto de Gauna como del Beto, las armas de ambos policías, y el revolver que le habían atribuido a Mauro Martínez. Sólo las armas fueron encontradas años después: se habían pasado a depósito como prueba en otra causa diferente y que nada tenía que ver con ésta. Para quienes trabajan en el ámbito de lo penal, es de público conocimiento que los amigos del encubrimiento no tienen mejor forma de hacer desaparecer una prueba que volcándola en una causa “equivocadamente”. Así, la Asociación Miguel Bru junto al Dr Ernesto Martín y Pablo Oleaga tomaron el caso sabiendo que se hallaba plagado de irregularidades. Sólo por mencionar algunas de las curiosidades más groseras que rondan en torno a la investigación; el ex oficial Ismael Gauna no dio declaración siquiera una vez en seis años y medio de investigación. Luego se dió a la fuga y fue encontrado tres años mas tarde de que se librara su pedido de detención. Lo mismo con el oficial Lujan Martínez, quien durante un año se halló prófugo de la justicia sin que esto implicara una cuestión digna de mención por parte del Tribunal.
Modos que se repiten.
El Juicio Oral, y a veces público.
En el caso que el Tribunal I juzgó en 2002 el esquema parece calcado: la víctima termina cargando la culpa. En 1999 Oscar Maximiliano Araya recibió nueve balas que un policía le disparó por la espalda, una de ellas impactó en su nuca y terminó con su vida. En aquella oportunidad De la Serna, Saraví Paz y Labombarda alegaron, al igual que en la causa de Beto, que el policía actuó en legítima defensa. Lejos de ello, el fiscal Javier Guzmán había exigido una condena de 15 años de prisión. Luego de este fallo no se presentó apelación y nada mas se supo. No es de extrañar entonces que otra vez el Tribunal haya seguido la misma fórmula.
En el juicio por la muerte de Mauro no solo se desestimaron las declaraciones de tres testigos claves sino además de una perito policial, la Dra Noms, quien analizó la posibilidad de que Gauna haya efectivamente recibido un disparo de parte de El Beto, y dejó en claro que eran mas las dudas que las certezas que rondaban en torno a este suceso.
El Tribunal pasó por alto además que uno de los testigos que declaró la versión que sostienen los policias, Pedro Luque, fue condenando tiempo atrás por falso testimonio con relación a esta causa y tomaron como válidas sus declaraciones anteriores, hecho que reviste una clara y grosera ilegalidad.
Por si todo esto fuera poco, en reiteradas oportunidades el Tribunal realizó ante el asombro de los presentes juicios de valor injustificables, como fue el caso del Juez Labombarda cuando preguntó a un testigo “¿pero qué era eso? ¿Un aguantadero?”- por la casa de los hermanos Fiol, lugar donde ocurrieron los hechos.[1]
Por otra parte la actitud de los Jueces ante los testigos no fue la misma cuando se trató de uno presentado por la querella y de uno presentado por la defensa. En el primer caso la paciencia de los tres magistrados tuvo límites exiguos. En cambio, en el caso de los testigos de la defensa, e incluso en el momento de las declaraciones de los propios imputados, el Tribunal repentinamente se encontró armado de la paciencia más oriental. Pese a los antecedentes de Gauna y Martínez su versión fue avalada por el Tribunal en todos sus términos, reforzándolas toda vez que hubo lugar y desvirtuando a la vez toda prueba que operara en su contra, de manera sumamente antojadiza.
Días después del fallo absolutorio los abogados que patrocinan la causa el Dr. Ernesto Martín y Pablo Oleaga, junto a la AMB pidieron las cintas de grabación del juicio y el Tribunal las negó.
Al finalizar la feria judicial la AMB junto a sus abogados y la familia de Beto presentarán un Recurso de Casación sobre el fallo. “Esta lucha recién empieza”, sostuvo Graciela, hermana de el Beto, al finalizar el juicio absolutorio. No se equivoca, pues ahora a diferencia de la investigación inicial- que pecó por su parcialidad y estrechez de información- los hechos comienzan a esclarecerse. Mientras tanto la justicia, lenta y caprichosa, se va asomando por lugares impensados.
Una receta infalible.
Mauro estaba tendido en el piso, reducido y esposado cuando recibió el disparo que le dio muerte. Algunos testigos aseguraron que el oficial Gauna jugaba con su arma en el estómago de Beto. En ese momento comenzó lo que para muchos policías es un procedimiento más en su accionar: una pizca de plantar un perro por allí, un poco de acomodar un escena por allá, otro poco de acordar un discurso con el resto… Ahora el ingrediente mas importante y ya esta listo: con la complacencia de algunos integrantes del poder judicial la receta queda preparada para servir este plato caliente: gatillo fácil e impunidad garantizada.
______________________[1] Este hecho dio lugar a una presentación por parte de su hermana, en razón que significaba una descalificación hacia Beto que no estaba siendo Juzgado ni se encontraba presente, y en definitiva un prejuicio sobre el caso.