7/4: Sentencia contra el ex policía Tartaglione por matar a un adolescente
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Mañana se conocerá la sentencia en el juicio contra el ex policía Héctor Aníbal Tartaglione, acusado de fusilar a Jonathan Ezequiel Mesa de 16 años, el 26 de diciembre de 2004 en la localidad de Wilde. La causa es patrocinada desde 2006 por la Asociación Civil Miguel Bru (AMB. El Fiscal Bernardo Schell pidió 13 años de pena por homicidio simple, al igual que los abogados Fabio Villarruel y Belén Beyrne, representantes de la AMB y la familia Mesa. El veredicto lo dará el Tribunal Oral y Criminal Número 5 a cargo del Dr. Guillermo Federico Piume, Dr. Pedro Raul Pianta y La Dra Maria del Carmen Mora, este jueves 7 de abril a las 9:30 hs en el departamento judicial de Lomas de Zamora.
El caso y los alegatos
En pleno mediodía Tartaglione fusiló a Jonathan Mesa, alegando luego que fue en defensa propia y para evitar que el adolescente se fugara, según sostuvo incluso su defensa en los alegatos. El lugar estaba lleno de gente en la calle, lo que muestra que podría haber generado una masacre.
Los abogados de la AMB alegaron, en base a todas las pruebas y los testimonios que se tuvieron en cuenta en el juicio, que luego de recibir los primeros disparos Jonathan soltó el arma Calibre 32 que tenía. Además esta quedó tirada a más 15 metros de donde murió el chico, y sin que se pudiera determinar que efectivamente hubiera sido usada por Jonathan. Lo evidente, afirmaron los abogados, es que el adolescente intentó apartarse de su agresor, como pudo, herido, cojeando, cayendo, y levantándose, arrastrándose, sangrando y dejando un reguero de sangre que demuestra que se desplazó por más de diez metros para alejarse de su agresor y finalmente morir tras unos canteros.
Además sostuvieron que esa huida en modo alguno puede interpretarse como una simple fuga, porque claramente el chico no podía hacerlo. Destacaron que según el informe de autopsia Jonathan recibió en su cuerpo siete disparos, dos de estos en el torso, provocando suficiente daño como para producir su muerte.
“Era imposible darse a la fuga en las condiciones en que se encontraba, con un el pulmón perforado dos veces, serias dificultades para respirar, para caminar, e imposibilitado de correr. Solo se movía por el impulso de aferrarse como podía a la vida, y era el instinto de supervivencia quien todavía la daba fuerza y le indicaba que lo único que lo podía salvar era alejarse de Tartaglione”, afirmaron en sus alegatos los letrados de la AMB. Asimismo destacaron que según testigos, entre ellos la Sra. Marcela Maceiras -madre de una niña que resultó herida cuando se encontraba jugando en la vereda-“el chico dejó el arma levantando las manos y diciendo “basta´”, pero Tartaglione siguió disparando, mientras Jonatan pedía por su mamá mientras caía, se levantaba, volvía a caer y se arrastraba.
“Por eso trataba de huir como podía, arrastrándose, para esconderse y guarecerse de las balas que atravesaban y surcaban su cuerpo y su prendas, huir y esconderse de quién ya había dictado su sentencia de muerte y la estaba ejecutando”, argumentó la abogada Belén Beyrne en su alegato.
Los letrados afirmaron también que Jonathan estaba indefenso tirado en el suelo cuando fue ejecutado por Tartaglione. Según las pericias recibió siete disparos en el cuerpo: uno en el pecho debajo del esternón, uno en la zona escapular– con orificio de salida a la altura de la clavícula, provocándole fractura expuesta de ésta, lo que indica que estaba en el suelo necesariamente- disparos en ambos glúteos, uno en cada pierna en la zona de la pantorrilla, uno de los cuales le fracturó la tibia.
Además las pericias sobre la ropa indican que recibió otros 5 disparos, que no lesionaron su cuerpo. Según los letrados apoderados esto demuestra que Tartaglione disparó al menos 12 veces. Se encontraron 3 proyectiles intactos dentro del cargador, lo que indica que contó con 15 balas, y que necesariamente habría usado otro cargador, lo que se condice con la declaración de la testigo Maceiras y de su hijo Jonathan Chiofalo, que se expresaron en este sentido. Ya que la capacidad del cargador era de 13, e incluso el propio imputado admite que ese era el número de balas que contaba en su pistola.
En este sentido los abogados de la AMB explicaron que también hay que tener en cuenta que no se consideraron en el conteo de balas usadas, la esquirla que pegó en Sabrina -la nena herida-, el proyectil 9mm que entró en el auto de Tartaglione, y otro de igual calibre que pegó en un FIAT 128 estacionado, ni los dos impactos en el frente de una casa, ya que bien podría tratarse de los balazos que impactaron en Jonathan o atravesaron sus prendas.
Recordaron además que en su testimonio Tartaglione mismo había dicho que no había escuchado ningún disparo de parte de Jonathan, y afirmó que luego de herir de dos tiros al chico ingresó al domicilio de los amigos que estaba visitando, y supuestamente convocó a una ambulancia -que nadie nunca vió- y también al comando de patrulla, y volvió a salir a la calle, donde siguió disparando al chico.
En su alegato, la abogada de la familia y la AMB resaltó que no se entiende para que salió, si ya lo había herido y llamado al comando de patrulla; y que si si pidió una ambulancia era supuestamente porque creía haber herido a Jonathan y, de ser así, el “peligro inminente” que Tartaglione dijo que corría ya no existía. “Nos preguntamos para qué salió nuevamente y disparó. Evidentemente su intención era matarlo y no defenderse” afirmó la letrada.
Por su parte los abogados de Tartaglione sostuvieron que el policía actuó en “legítima defensa”. Basaron su alegato en lo “peligroso” de la situación supuestamente para la vida de Tartaglione, que lo llevó a defenderse. Además, como en la mayoría de los casos de gatillo fácil, apelaron al “enfrentamiento armado”.