24
May
2013

Una jornada que rozó el surrealismo

Escrito por ambru el 20:36 3 comentarios
Categoria: Noticias

Hoy declaró el policía Verón, complicando aún más a los imputados. Además, dio su testimonio la última de las víctimas de los robos que se le trataron de adjudicar a Daniel. Tras el final de una jornada que por momentos rozó el surrealismo, no quedó ni un sólo elemento que vinculara a Migone con los delitos que le imputaron y quedó a la luz el modus operandi del armado de las causas. Las audiencias continúan el día martes a las 9 de la mañana en los Tribunales de calle 8 entre 56 y 57.

oficial_veron.jpg El oficial Verón fue señalado por varios de sus compañeros como uno de los policías que estaba en la zona del calabozo de contraventores cuando el imputado Espósito encontró ahorcado con su campera de jean a Daniel Migone el 10 de noviembre de 2005.
Esta mañana Verón prestó su testimonio. Cuando llegó miró a los acusados, y tras un guiño de ojos con Espósito se sentó frente al estrado. Se confesó torpe y bruto, para excusarse de las constantes evasiones a las preguntas de las partes. “No se qué es lo que quieren preguntar”- repetía constantemente, como tratando de entender. “Sólo queremos que nos responda concretamente lo que le estamos preguntando.” -le aclararon desde el Tribunal.

recontruccion.jpg Según contó, el Oficial bajó a la Comisaría con ganas “de ir al baño porque estaba descompuesto” -al tiempo que aclaro sin que nadie se lo pregunte-, “que si no fue a una estación de servicio, fue porque todos sabemos cómo están esos baños”. Antes ingresó hasta el Casino de Oficiales por una puerta que debía estar cerrada con llave, pero que en ese momento estaba abierta. Allí lo vió a Espósito yendo hacia el calabozo donde tenían demorado a Daniel, para que el oficial Fuerte lo llevara al cuerpo médico por indicación del imputado Díaz Zapata. “Se me lesionó el preso”- contó que le dijo después de abrir con la llaves la puerta del calabozo. Entonces Verón se arrimó hasta ahí y lo vio tendido en el piso. Él es la única persona hasta ahora que refirió que lo vio con la campera de jean atada al cuello. De hecho reconstruyó la escena con una persona que estaba entre el público, hecho que sin duda será determinante para este juicio, porque quedó muy graficada la idea de la imposibidad de que alguien se pueda ahorcar de esa forma, descontando claro que las pericias forenses ya determinaron que Daniel murió por asfixia mecánica compatible con la acción de un tercero y que tenía signos de tortura.

Entonces Verón salió corriendo “como un torpedo” a pedir ayuda, según él mismo contó. Llamaron a una ambulancia y volvió hacia el calabozo detrás de sus compañeros, el oficial de control de patrullas Díaz Zapata y el oficial Pratto, que en su declaración de la semana pasada omitió mencionar al imputado. Allí también estaba Toloza. La campera ya no estaba, o si, pero no en su cuello, no lo recuerda muy bien. Y de allí en más nadie sabe qué pasó con la prenda. Lo cierto es que el testigo dice que llevaron a Migone al hospital “en un acto humanitario” y que desde ese momento tiene “un punto ciego” y no recuerda nada más.

Ante tanta ida y vuelta, pero sobre todo antes tantas precisiones desfavorables para la situación de los acusados, la defensora Crucet acercó su oído a Toloza y pidió al Tribunal dar una información que podría explicar porqué el testigo no sabía decir muy bien algunas cosas; es que había sufrido una tragedia familiar- que ventiló en el juicio- que quizás le estuviera obnubilando el recuerdo. Sin embargo cuando fue preguntado por los Jueces sobre esta posibilidad, el testigo dijo claramente que no, que no era eso, sino que se sentía un poco responsable por lo de Migone. ¿Y esto porqué? Le preguntó el Presidente del Tribunal. Y respondió con algunas otras evasivas para finalmente decir que no había podido hacer nada para salvarlo, y que tal vez fue su error sacarlo para llevarlo al hospital.

Para este punto el testigo respiraba con cierta dificultad. El Señor Agente Fiscal Martín Chiorazzi, el representante del particular damnificado y la defensa de los imputados estaban enervados de preguntar una y otra vez las mismas cuestiones obteniendo raramente alguna respuesta. De hecho la Dra. Crucet hasta intentó con lo que podría haber sido un chiste sexista o una confesión de parte, para ver si el testigo reaccionaba; “Verón no vaya a pensar que estoy elucubrando, mis preguntas son muy sencillas, no me da la cabeza para tanto, soy mujer”- afirmó para sorpresa de las presentes. Aún así, Verón seguía algo confundido aunque finalmente logró salir de la sala sin demoras, no sin antes claro está, abrir y cerrar puertas con los vientos huracanados que surcaban su angustiosa mente.

Después declaró la última de las personas afectadas por la seguidilla de robos que aquella noche le cargaron a la cuenta de Daniel. Así, la Sra. Armenti dijo que “estaba declarando porque me habían robado algunas cosas del auto, y en eso hubo un alboroto en la sala de espera y hubo corridas. Después vi que las mujeres policías estaban llorando. Les pregunté por qué lloraban, y me dijeron que había muerto el detenido. Estaban preocupadas porque los iban a investigar”- recordó. Además dijo que el auto tenía sangre en la parte de afuera de la carrocería del lado del conductor (según la autopsia, Daniel no tenía heridas sangrantes en ninguna parte del cuerpo). Reconoció también como suya la calculadora que un testigo hoy ya fallecido y supuesta víctima de otros dos robos que la policía quiso endilgar a Migone había reconocido como de su pertenencia. Este testigo- cuya declaración hoy se incorpora por lectura a la causa- supo reconocer falsamente como propia no sólo la calculadora sino también el estereo que pertenecía a la señora Armenti.

Pero lo más sorprendente para todos los presentes, fue sin lugar a dudas cuando le volvieron a leer a la testigo el testimonio que aquella misma noche le tomaron los hoy imputados y por aquel tiempo auto heregidos en investigadores (del suicidio que acababan de consumar) respecto de la muerte de Migone. Ese día le hicieron firmar una declaración dónde aparece escrito como un textual suyo que, “pudo saber que a razón de varios delitos ocurridos en la zona, efectivos policiales habían aprehendido a una persona de sexo masculino de nombre MIGONE DANIEL OSCAR, quien en circunstancias en que la dicente se encontraba en la oficina, puede observar que un efectivo policial manifestó que el aprendido quien se hallaba muy alterado, ya que gritaba diciendo que quería salir, que no había hecho nada, había atentado contra su vida”.

El Tribunal, en la persona del señor Juez Ernesto Domench, le preguntó esta mañana si supo el nombre de quien estaba detenido por el supuesto robo de su auto. Su respuesta fue contundente :“No, no lo supe”. Y así fue que voló por la sala de audiencia la respuesta a muchas preguntas que el lector podrá inferir con sencillez tras todas estas pistas ¿Cómo habría ido a parar a la declaración de la señora Armenti el nombre completo de Daniel?